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Recuerdo ser una niña muy curiosa. Me encantaba entenderlo absolutamente todo. Cuando en el colegio comencé con las asignaturas de química y biología estaba fascinada, andaba de aquí para allá mezclando cosas. Tras una actividad donde diferentes profesionales contaban su experiencia, llegué a casa diciendo “Mamá, Papá, voy a ser Catedrática de Química”, aunque en aquel entonces no entendía muy bien que era eso. No voy a negar mis dudas a la hora de seleccionar una carrera, quería combinar mi interés por la investigación con una buena salida profesional. En cuanto comencé mis estudios de Licenciatura en Química, me interesé por la investigación que se hacía en los diversos departamentos de la Facultad, y se despertó mi pasión por la Química Analítica, y en concreto los sensores químicos. Y desde entonces no he dejado de investigar en esa área, primero como alumna interna, después con becas de investigación, en el máster, doctorado, en mi etapa postdoctoral y en las diferentes figuras de profesora por las que he pasado, todo en diferentes países. También me encanta la enseñanza, tanto clases como transmitir conocimientos y destrezas en el laboratorio a las personas que trabajan en mi grupo de investigación. Mi profesión en la academia me permite desarrollar mi verdadera vocación, hacer investigación que beneficie a la sociedad. El camino no fue ni es fácil. Pero con pasión, esfuerzo y perseverancia todo se consigue. Solo hay que quererlo y creerlo de verdad.