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En realidad nunca pensé que iba a ser investigadora. De hecho, mientras estudiaba la carrera de Farmacia era un desastre en las prácticas de laboratorio. Pero en cuarto curso, las asignaturas de genética y biología molecular me apasionaron y me hicieron ver la gran cantidad de cosas que podían hacerse en un laboratorio. Fue entonces cuando solicité una beca de introducción a la investigación en el Centro Nacional de Biotecnología que cambiaría por completo mi futuro. Los meses que pasé allí me hicieron descubrir que la investigación me encantaba, y decidí apostar por la investigación.