
Desde niña siempre me he preguntado cómo funcionan las cosas que nos rodean, y por supuesto me parecían fascinantes esos experimentos donde se veían cambios de colores, y las máquinas que se podían utilizar. A medida que fui creciendo mi interés por la química, los laboratorios (los cacharros que hay en los laboratorios, por ejemplo, los microscopios) me parecieron más y más atractivos. ¡Las bacterias y los microorganismos me parecían muy muy interesantes también! Así que cuando llegó el momento de elegir tenía claro que quería estudiar algo que me permitiese trabajar en un laboratorio, a ser posible con algo relacionado con cosas biológicas. Así que me decanté a estudiar los primeros años de química para luego poder incorporarme a estudiar el segundo ciclo de bioquímica. Al final la química me atrapó, y no fue hasta años más tarde cuando me animé a completar también los estudios de bioquímica. Hoy en día mi investigación se encuentra en la frontera entre la química y la biología.