
De pequeña me gustaba
pintar, bailar y jugar,
con mis hermanas
pasaban las semanas
haciendo pequeños inventos
y muchos experimentos.
Me encantaba imaginar
como era el mundo antaño,
y los nuevos inventos que habría
cuando pasaran mil años.
Éramos cuatro torbellinos
ansiosos de nuevos retos.
Pacientes y contentos
nuestros padres nos dejaban
crear con libertad,
aunque la entropía en casa
no dejara de aumentar.
Abriendo camino y soñando,
surcando la inmensidad.
Por las mañanas despierto
aún con más curiosidad.
Y es que como científica,
sigo ilusionada aprendiendo.
Con algunos años más,
las cosas son parecidas,
nuevas formas de jugar.